jueves, 25 de enero de 2007

El mercado, en su forma capitalista neoliberal, nos ofrece varios productos, nos ofrece nuestra rebeldía, nuestra consignas, nuestra libertad.

Lo que no nos puede proporcionar es el sentido de apoderamiento de barrio, de solidaridad vecina, de comunidad. La verdad yo creo que estamos frente a una contrdicción fuindamental que tiene que ver con los espacios, nuestros espacios cotidianos, y la forma como los valoramos, construimos y transformamos.
Ayer pase caminando cerca de mi barrio y vi una "Okupa", y a pesar de encontrarlo innovador y revolucionario, de inmediato me cuestione si ¿realmente el sistema nos obliga a apoderarnos de espacios ajenos a nuestros barrios, para mantenernos sólo en las esferas del mercado incentivando la agitación y lucha, mientras en nuestros barrios cercamos, nuestras casas, nuestra vida cada vez existe menos vida comunitaria. O somos nosotros quienes no hemos tenido la capacidad y visión de germinar la revolución en nuestros espacios mas cercanos, algo así como ejercer nuestro "poder de habitar", y permitir la expansión y profundización del poder popular en las esferas estructuradas por el mercado?.
Quiero exponer una idea que traiga consigo la siguiente reflexión: ¿Cómo puedo transformar mi esfera cotidiana y desde esta transformación influir en las esferas del mercado?. Y si es posible transformarlas o destruirlas, que esta nueva concepción tenga el sentido de barrio que necesita cualquier forma revolucionaria actual.
Durante mucho tiempo la clases dominadas han intentado tomar por asalto los espacios externos que el sistema le ha otorgado: fábricas, mercados, universidades, gremios, inclusive espacios deshabitados para hacer okupaciones, etc. Y no sólo ha sido así, lo que es peor es que muchas personas que se destacan en estas esferas no reproducen esto en sus barrios, o se consideran vanguardia, tratando que el ganado impotente del barrio pobre los siga en aquellas brillantes ideas que aprendió en la reunión sindical o la clase de marxismo y revolución enseñada en la (j)aula por los iantiguos y tradicionales motivadores de cambio: los profesores, por lo general intelectuales.
En estas esferas confluyen personas muy distintas, que por su funcionalidad al sistema y gracias las reivindicaciones modernas aprovechan estos espacios para transformar, sólo esta esfera cotidiana de explotación ya sea colegio, trabajo, cárcel, en un lugar mas agradable mas "igualitario", pero olvidan completamente que la explotación comienza con la dominación territorial y cotidiana que es la forma de vida de los sectores populares del país.
Pero quienes interceden en estos espacios de lucha es una heterogeneidad de personas que desde sus barrios acuden a estos lugares con las caraterísticas más típicas de su barrio impregnadas en la forma de convivencia que adoptan dentro de estos lugares. Por que inclusive el punky que se okupa un lugar, como antonomasia del "derecho a la propiedad", nace y reacciona de esa forma en estrecha relacion a su fundación en base al capitalismo neoliberal. Pero este punky ¿transforma su barrio?, ¿vive en su barrio?. La experiencia me ha enseñado que no es así, que por lo general son niños de buenas familias, universitarios con aires de intelectualidad, rebeldes y muy preocupados por ser un ejemplo filantrópico, asistencialista, tal cual lo desea el sistema para que quienes se encuentran en la adversidad no puedan desarrollar su potencial resilencia. A pesar de sus buenas intenciones sólo reproducen las antiguas organizaciones de lucha, sin actualizar "la línea del frente"
Yo creo que estamos en un momento crucial para desarrollar este sentido de barrio, el transantiago, la construcción de vías rápidas, etc muestran tangiblemente como la conectividad lleva consigo la exclusión. Es hora de que desde nuestros barrios generemos respuesta a esta dominación fortaleciendo la vida comunitaria y desarrollando en estos lazos societales un germen popular que perturbe sus mecanismos de coherción y control. Es por ello que los piños o grupos de esquina son los indicados a llevar a cabo la revolución. Es por ello que a todos aquellos que actúan como revolucionarios en sus trabajos, escuelas, okupas, carceles, etc. no los llamamos a soñar, sino a algo más simple y definitivo los llamamos a despertar. No es que no queramos ver más okupas, más sindicatos fuertes, ni movilizaciones estudiantiles que tienen su validez, queremos eso si ver detrás de estas acciones subversivas sentido de barrio de una apropiación de doble dimensión que incorpore el asfalto popular en la lucha cotidiana y la solidaridad vecina en las nuevas formas asociativs qeu fluyen de esta transformación silenciosa.

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